Son las 6 de la mañana, y volvemos a juntarnos para intentar el ascenso al Turó de L´Home. Esta vez somos más. A parte de Marco, Toño y yo, nos acompañan Roser, Miguel y Juan. 10 minutos para hablar y comenzamos. Tenemos 2 horas y poco para llegar a Montcada, donde nos espera Sergio Ramos para unirse a la ruta. Comenzamos cruzando Collserola, curiosamente subiendo por la Larga, donde comentamos la experiencia de la cronoescalada del día anterior. Vamos bien, un ritmo tranquilo pero sin pausa. A las 8 30 llegamos a Montcada y rápidamente divisamos a Sergio, que tras un saludo, se une al pelotón, colocándose en cabeza con Marco para guiarnos por la zona por donde él sale todos los fines de semana.Comienzan las primeras subidas, la Vallensana, que nos calientan las piernas. El grupo se mantiene unido, pero las últimas rampas separan al personal. Reunificación y a los pedales. Estamos en terreno Transmaresme, y a excepción de Miguel y Roser, el resto ya conoce la zona. Vamos por la criminal, con sus depósitos y vamos para la Conrería. Aquí decidimos saltarnos un sendero para ahorrar esfuerzos, bajando por una calle peatonal con gran inclinación. Al finalizar la calle hay un pequeño saltito, donde Marco nos avisa, pero por desgracia cae al suelo. No puedo negar que al principio me hizo mucha gracia, ya que al presi le gusta mucho besar el suelo, pero viendo los gestos de dolor, y luego, comprobar que su caída fue provocada por una cuerda, que uno de sus extremos estaba enterrado, y el otro se engancho con su horquilla haciéndole salir por orejas, ya no me hizo tanta gracia. Un ibuprofeno y una fuente un poco más adelante y tenemos al presi como nuevo.
El grupo avanza a buen ritmo, y nos acercamos al parque del Corredor, donde Toño sufrió de lo lindo en el anterior intento. Sabemos que en la cima tendremos recompensa, con un buen almuerzo, y vamos tirando. Se hacen mini grupos, pero otra vez se vuelve hacer eterno. Es curioso como es la mente, vas bien sobre la bici, y un breve comentario de que en la cima pararemos a comer, y lo que era un ascensión progresiva se convierte en un pequeño calvario. Pero llegamos. Es la una y 77 km ya en las piernas con 2000 metros acumulados.
Curioso el santuario del corredor, un sitio muy chulo donde hay un gran césped para disfrutar en familia. Allí descubrimos a un futuro crack del descenso, un chavalín de unos 2 años, que montado en su mini bike, no tiene reparos en lanzarse barranco abajo, y sin frenos. Ver al padre corriendo detrás de él no tiene precio. También agradecer a la mujer de la masía, que desinteresadamente, ofrece una cura para la rodilla maltrecha de Marco.
1:45, se reemprende el camino. Una parte de bajada y algún sendero que nos lleva cerca de Sant Celoni, cruzamos la carretera y el río, eso si, sin querernos mojar mucho los pies, y llaneamos con algún repecho hasta llegar a Mosqueroles. Parada técnica para coger agua, comer algún plátano y lo que cada uno quisiera.
Entramos en la fase determinante de la subida. Nos quedan unos 1200metros de ascensión y unos 13/14 kms. Vuelven los mini grupos, con Juan y Miguel al frente, Sergio y yo detrás, Marco y Toño, y Roser cerrando el grupo. Juan decide dar apoyo moral a Roser, aunque hay que decir que le sobra coraje, y cada vez que reagrupábamos, ella nos brindaba una sonrisa de oreja a oreja que disipaba cualquier temor.
Ahora encabezamos Miguel y yo, con Sergio, Toño y Marco siguiéndonos. Pasamos el punto crítico donde Marco y yo tiramos la toalla en el anterior intento. Que satisfacción pasar por ahí con unas sensaciones totalmente diferentes. El cuerpo responde gratamente. Pero la carretera no llega. Cualquier otro día esto pasa factura a la mente de estos valientes, pero hoy no era el caso, y todos, a su ritmo van subiendo, hasta encontrar esa maravilla de carretera, símbolo de la cercanía del triunfo.
Reagrupamiento, avituallamiento y a por los 6 kms finales.
Parece que han parcheado la carretera, y con nuestras gorditas, no se hace complicado coger un ritmo estable de subida. Aquí cada uno sube como puede, y se convierte en una subida individual donde cada uno lucha contra su mente. Van cayendo los kms, esto se acerca. Una inmensa niebla nos rodea, hasta tal punto que vamos llenitos de gotas de agua por todas partes. Parece el rocío de la mañana.
Toño se une a mí en el último km, y coronamos en el mirador. Seguimos hacía las antenas, pero increíblemente, teniéndolas a unos metros, no somos capaces de verlas. Volvemos al mirador. Llega Miguel, que nos explica como subir al Turó. Un camino de piedras que hay que hacer un trozo andando. Estamos arriba. Ueeeeeeeeeeee!!!!!
114 kms y 4000 m de desnivel, que pasada!!! La alegría florece por nuestros poros.
Comienzan las sensaciones de frío, mientras comenzamos a hacer unas fotos, y van llegando Sergio y Marco. Más fotos, cuando comienza una ligera lluvia. Llega Juan y la lluvia ya no es ligera, y hay que pirarse echando chispas. Una pena, ya que Roser y Miguel están en el caminito de piedra y no puedo retratar su logro. Vaaamonos.
Otra vez en la carretera, los que no tienen chubasquero cogen las de Villadiego. Pero no acaban las sorpresas. Solo llevamos un km de bajada y comienza a caer granizo, que para nuestra mala suerte, nos acompaña durante 8 o 9 kms. Hay una sensación de pánico entre todos, aderezado con unos truenos y unos rayos que caen muy cerca.
Seguimos bajando, y por fin para la granizada, pero la lluvia ha decidido acompañarnos hasta Sant Celoni. Una buena fila india entre todos y van cayendo los kms. En estos momentos, he de reconocer que se me pasó por la cabeza parar un momento, ya que mis manos estaban completamente entumecidas y dormidas, y solo los dedos que apretaban la maneta de freno mantenían una ligera sensibilidad. Que bajada más interminable. Calados hasta los huesos, llegamos al destino, la estación de tren donde Sergio cogerá su viaje hacía Montcada, y donde tenemos aparcada la furgo. Rápidamente, los integrantes se van metiendo dentro del vehículo para ir entrando en calor, mientras que Juan y yo vamos montando las bicis en el thule. Ver a Juan tiritar de frío me pone la piel de gallina. El chubasquero que llevo puesto no ha evitado que me cale, pero si que tenga algo menos frío que el resto. Después de un rato mirando si Sergio coge su tren, y con la calefacción puesta en marcha, decidimos coger rumbo a casa. No hemos podido despedirnos de Sergio, pero desde aquí le digo que ha sido un placer rodar con él. Es un fenómeno que volveremos a ver en la Tavascá. Una buena caravana en el peaje de Granollers nos quiere comer la moral, pero no lo consigue, y comienzan a aflorar pequeñas historias del día.
Llegamos a Sant Feliu, donde vamos descargando y despidiéndonos. Hay prisa por llegar a casa y pegarnos una ducha caliente, pero antes, unos buenos abrazos por lo conseguido. Nunca antes estos abrazos me habían sentado tan bien. La sensación de alegría invade mi cuerpo. Pese a la adversidad, hoy ha sido un día memorable.
Decir, que resumir casi 140 kms en estas líneas no es fácil, y quedan muchas anécdotas en el tintero, pero seguro que las iremos recordando en las próximas salidas.
Hasta pronto cracks!!!
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